¿Cómo esperar en paz, cuando tu mente te recuerda constantemente todo lo que puede salir mal?
A diferencia de mi primer embarazo, que mi mente siempre estuvo positiva (a pesar de tener algunas situaciones); en esta ocasión he manejado muchos temores, surgidos de las experiencias difíciles que me han tocado vivir y que, indudablemente, te muestran la otra cara de la moneda: todo lo que puede salir mal.
Y aunque ciertamente estoy feliz y confiada en que Dios está en control, hay momentos en que en mi mente y en mi alma se ha desatado una batalla campal. Es como si de repente se levantara un torbellino de dudas, de temores, de ¿y si…?
Como saetas vienen a mi mente cuestionamientos a las promesas que tengo de parte de Dios, interrogantes sobre su carácter. ¿Es realmente Dios confiable?, ¿Es su voluntad para mí siempre buena?, ¿Y si pasa esto o aquello?, ¿Cómo esperar en paz, cuando tantas cosas están fuera de mi control?
Y entonces clamo como Asaf (escritor de este salmo):
Enfermedad mía es esta; traeré, pues, a la memoria los años de la diestra del Altísimo. Me acordaré de las obras de Jehová, sí, haré yo memoria de tus maravillas antiguas.
Salmo 77: 10-11
Recordándole a mi alma una y otra vez que:
– Dios, mi Dios, es digno de confianza.
– He visto su mano obrar en el pasado y la seguiré viendo en lo adelante.
– Su abrazo fiel y fortaleza aún en los momentos difíciles.
– Él estará conmigo todos los días de mi vida.
– Dios es bueno, y en gran manera.
– Él es sabio y todopoderoso.
– Y, su voluntad es siempre buena, agradable y perfecta; como oí decir, una vez, “su voluntad es justo lo que yo decidiría si pudiera ver el cuadro completo”.
Definitivamente yo no sé que depara el día de mañana, ni tengo control alguno sobre él, pero a ciencia cierta sé que Dios está conmigo y estará conmigo eternamente; sé que Él me ama como nadie me ha amado ni me amará jamás, que sus planes para mí son de bien y que Él es enteramente digno de confianza.
Por lo tanto, cualquiera sean mis luchas, no importa lo que digan mis emociones, yo alzaré mis ojos a los montes porque mi socorro viene de Dios, Él es mi escudo y la satisfacción de mi alma.
Gritaré a mi alma necia una y otra vez mi Dios es digno de confianza y en Él, solo en Él esperaré. Y por tanto viviré con gozo, fe y esperanza.
Por lo que concluyo diciendo:
Pero en cuanto a mí, el acercarme a Dios es el bien; he puesto en Jehová el Señor mi esperanza, para contar todas tus obras.
Salmo 73: 28