Mi mundo de cabeza

Cuando vas a tener un hijo(a) comienzas a hacer planes, a entretejer sueños y a formarte ideales. Empiezas a pensar a corto plazo, si quieres parto o cesárea, si lactaras de manera exclusiva o no, si harás colecho o lo tendrás en su habitación; y a largo plazo, como manejaras el trabajo, a qué edad te gustaría ponerlo en el colegio o guardería, sueñas como serán las vacaciones familiares, que paseos harán o que métodos de corrección implementaras, etc., etc.

Pero cuando una discapacidad te sorprende ese mundo de planes e ilusiones se desmorona y las cosas que pensabas que eran importantes o que te resultarían difíciles pasan a un segundo o quizás a un tercer plano.

En mi caso, como inexperta a nivel extremo en cuidados de bebés, mi preocupación por el cambio de pañales, o el manejo básico de un recién nacido se transformó en una lucha por la supervivencia, en una batalla en la que en muchos momentos mi cabeza quería explotar con tantas realidades, con tantos temores y con tantas informaciones diferentes sobre lo que se suponía debía hacer o era lo mejor para mi niña. Y siendo una persona súper indecisa me encontraba con frecuencia ahogada en lágrimas por tener tantas voces en mi cabeza y tanto miedo de equivocarme y dañar a mi bebé.

Porque ya no sólo se trataba de mi sino del “pegotico” más lindo que jamás había conocido y cargado en mis brazos. Me sentía la persona más incompetente con la responsabilidad más grande del mundo.

Y más allá de mi temor inicial de no saber bañarla, cambiarla o cargarla, se sumó el conocer en primer plano que eran las convulsiones, identificarlas, aprender a alimentarla con una jeringa y luchar, literalmente, para que bebiera más de 2 cc de leche, aprender a distribuir el poco tiempo que estaba despierta entre su alimentación, sus cuidados básicos y toda la estimulación que necesitaba… cuantas frustraciones, cuanta impotencia, temores e inseguridades!!

Ciertamente cuando la discapacidad te sorprende, como madre vives un duelo, lloras la pérdida de muchos sueños e ilusiones pero despacio aprendes a ver la cosas de una manera diferente, aprendes a aférrate bajo cualquier circunstancia a la esperanza y a la paz que solo Dios da, y poco a poco empiezas a entretejer otra hermosa manta de nuevas realidades, nuevas expectativas y nuevas ilusiones… vuelves a soñar pero de una manera diferente.

Ahora valoras las pequeñas cosas, aprendes a nadar contra la corriente y sobre todo a descansar en los brazos de amor de nuestro salvador cuyos planes son buenos, agradables y perfectos.

Oh sí!! Cuando la discapacidad te sorprende por un instante tu mundo se pone de cabezas pero pronto descubres que fue solo para descubrir un nuevo rumbo y una mejor versión de ti misma.

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